viernes, 1 de agosto de 2008

Tarde (Cap.1)


Esto no puede ser real, los sucesos de mi vida no pueden ser real Alma.
Decime, ¿porque, porque justo ahora, por que en este momento? ¿Porque no fue antes?
Bueno Ursula, las cosas de la vida son así, uno no puede predecirlas... pero contame, contame bien que es lo que paso.
Quisiera volver el tiempo atrás, quisiera dejar mi maldita manía de calcular el futuro y tenerle miedo a la soledad... pero ya no puedo, es muy tarde.
Como bien sabrás, Juancho es el hombre que yo elegí, para pasar el resto de mi vida.
Ese miedo a llegar sola a la vejez, y mi útero que ya esta pidiendo a gritos una semillita, me hizo decirle sí al compromiso, y hace tres meses pusimos fecha para casarnos en marzo.
- Bueno, bueno ¿y?, todo esto es viejo, yo ya lo sé...
- El tema es que anoche, Juancho me pasó a buscar en su nuevo Corola, estaba tan altanero, agrandado, jaja sabes como es, me pidió que me ponga el vestido mas lindo que me regalo, un Oscar de la Renta y por supuesto dos gotitas de Chanel en la nuca.
Yo creí que iba a ser una salida mas, esas en las que me lleva a cenar, y está toda la noche agradeciendo por que Dios le puso en el camino una mujer “tan buena” como dice él.
Es una persona excelente, un tanto materialista, pero un futuro buen padre y un marido cariñoso y respaldante, yo siempre pensé que íbamos a ser felices, y que mis días iban a pasar junto a él. No es que no lo ame, pero bien sabes, que la sangre no hierve al mirarlo y hasta a veces, es mas una charla de hermanos, que una sonata con el hombre de mis sueños.

- ¡Cortala Ursula, por favor, anda al grano, que te vas por las ramas y me enloqueces!

- Esta bien, me puse el vestido, los zapatitos, el perfume, me maquille pensando en la monotonía, y amarre mi pelo como pude con un para de invisibles que encontré en la mesita de luz.
Fuimos al “Rouge” cenamos carne de cordero a la menta, con “Nuisotto” un
excelente vino francés. Yo pensaba lo afortunada que soy, y el partido que conseguí,
alguien a quien no le importa que mi carrera de periodista es casi un fracaso, que me
podría tener bien, y al menos mis hijos podrían ir a un buen colegio. Con suerte,
conseguiría una columna en alguna revista de mala muerte, dedicadas “a la mujer”,
y mis sueños de cambiar el mundo, y hacer investigación sociopolítica morirían en
eso. Un sueño.
El precio es caro, me dije a mi misma, mientras me llevaba comida a la boca, pero vale la pena, acá estoy segura, y ellos no sentirán la necesidad, que muchas veces sentí yo, en mi vida de estudiante.
Juancho comenzó a hablar, masticaba con la boca abierta, y en sus palabras se sentían mas argumentos que ideas. Mire hacia los costados, a un lado y al otro, y fue ahí, a mi izquierda que lo ví.
Alma, no te puedo explicar del modo en que se me erizo la piel, mis ojos se llenaron de lágrimas, y él me vio. Nos reconocimos al instante, pero ya era tarde.
Fueron cinco, diez, veinte, cien minutos eternos, sus ojos azules más bellos que el mar, se tornaron cada vez mas claros por el brillo de las lagrimas que estaban por salir.
Maldita sea la hora en que lo fui a encontrar, era el amor de mi vida, y yo era el suyo, era como que Dios nos moldeo con la mima lámina, y ambos lo sabíamos,era a quien busque tantísimo tiempo, era quien soñaba de niña. Que ganas de tocarlo, de olerlo, que ganas de besarlo, saltar de esa mesa, correr a sus brazos y decirle que lo amo y fugarnos para siempre.
Pero era tan tarde Alma. El lucía una despampanante alianza en su mano izquierda, ella sonreía observando su belleza, Juancho seguía hablando de su bendito trabajo, y yo solo sentía rabia contra el tiempo.
Sentía que toda mi vida se resumía al fracaso, sentía que una vez mas, por fría, calculadora, por jugar a ser feliz por desesperada, por no esperarlo, miedosa a que me atrape la vejez sola, perdí mi vida entre gotas de Chanel, Oscar de la Renta y Mary Key.
Alma, mi vida se desvaneció, y ya es tarde, tarde para dar pasos atrás, tarde para encontrar lo que tanto busque por las calles, lo que vi en mis sueños inventado, tarde para buscarlo y besarlo.
Hay amiga, es tan tarde. Que rabia que le tengo al tiempo, que odio a la
impaciencia,
Maldigo la hora en que lo ví, hubiera preferido seguir encontrándolo en sueños, en
mi mente, pero ahora ya es tarde...