martes, 18 de agosto de 2009

Pecados Capitales, Cap III



Padre nuestro que estas en los cielos, venga a nosotros tu reino y hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.
Fé, fé que mueve montañas, que mueve el mundo y lo hace funcionar como la maquinaria que hoy es. Opresores y oprimidos, domingo tras domingo piden perdón y suplican por una pizca de esperanza.
Dentro de grandes edificios de piedra, oro, con sotanas bordadas; leen el dictamen del Señor.
Somos Pro-Vida dijo el Padre Juan. Estamos a favor de la vida, cueste el estigma social que cueste, nosotros vamos a defender la vida.
La vida, explica, comienza al momento de la concepción, por tanto, el feto es digno de derechos y protección. La vida en sí misma, es más importante que la calidad de vida.
Me es difícil entender que es más importante el inicio de la vida, con un número en el país de 8.688 niños muertos por desnutrición en el último año, en sólo un año.
La pregunta en realidad no es “¿Qué hace, lo tiene? La pregunta en realidad es ¿Cómo hace, lo mantiene? Y digo, mantener tanto económica, psicológica y emocionalmente hablando.
Matías, en su tesis cree contestar mi pregunta, así que tomo un colectivo y voy directo a su hogar, se la planteo y grabo la respuesta: “si nos basamos en la ética de las consecuencias (la cual plantea que ¿si el aborto se hace legal, las consecuencias serían mejores o peores que las que se obtienen con el ilegal?) podemos también hacernos cuestionamientos del tipo ¿las consecuencias serían mejores o peores si se eliminara a la mitad de la población, a los judíos, a los retardados, etc.?”. “¿No es acaso la misma base que se tenía acaso en el régimen Nazi?”
Lamenté que Maria Elena no éste allí, para que Matías diga en su cara que es una nazi y lea en sus ojos la respuesta.
Entre otros de mis leves recuerdos de las noticias de la semana, creo haber escuchado por ahí que se está haciendo una movida en el Vaticano para que los obispos, curas y sacerdotes se hagan cargo y den el apellido a los hijos que tuvieron por ahí.
Se me revuelven las tripas de tanta hipocresía; pero el punto es uno y no me tengo que salir de él. Cierro los ojos, veo los de Marie y me vuelvo a preguntar… ¿lo tiene?
¿Cómo no tenerlo? No tenerlo significa que las puertas del cielo se han cerrado para esta maldita pecadora, no tenerlo significa ser una asesina a sangre fría.
Busco entre mis miles de notas acerca del tema, y no logro encontrar ninguna, creo que en medio del asco las hice un bollo y las tire a la basura.
Pero el punto es uno, y no debo correrme de él.
El aborto no debe ser legal, mejor dicho, no debe SER. La respuesta es sencilla, es una vida, un corazón que late dentro de una, no importa cuánto tengas, qué tengas o cuánto dejes de tener. Es una vida.
La constitución, explica Matías, es clara cuando dice “Reconoce y garantiza el derecho a la vida y a nacer de todo niño por nacer. El niño por nacer, como todo ser humano, tiene, el derecho inalienable a la vida como primer derecho, fuente y origen de todos los demás derechos humanos”.
Es clara la explicación, me planteo, ¿es clara como origen de Todos los demás derechos? ¿Cuáles derechos? Es más que evidente, que con el sueldo y la vida de Marie, este pequeño no tiene el más mínimo derecho a nada en el país (y fuera de él).
Terminemos con la farsa, veamos. Ese niño ¿tendrá acceso a su leche y sus pañales diarios, como los tendrá el hijo del letrado Matías? ¿Tendrá acceso a la educación, la salud, a la libertad, la igualdad, la no discriminación? Creen que será posible que ese niño no sea un marginado más de la sociedad, que viendo como su madre lava copas y frega el piso de la empanadería, no va a crecer a los golpes como un adulto, sin el derecho a jugar como un niño “normal”.
¿Creen que ese niño tendrá “los derechos” iguales a los hijos de los sacerdotes que ahora serán reconocidos?
Sinceramente, desde mi punto de vista- lo que no quiere decir que sea erróneo o correcto- no los tendrá. Y el ejemplo mas claro esta acá, el pibe que me cobró la cuenta del café que tomé con Marie, no pasa de los 15, y entre charla y café me llevé 5 estampitas de “te quiero mucho” “San expedito” y la merincoche.