Estaba totalmente fascinada, los colores, la forma en la que ellos se relacionaban hacían existir una armonía perfecta y los puntos oscuros llenos de sombra en los extremos la maravillaba, haciéndole pensar que afuera acechaba un gran peligro, todo lo contrario a ese paraíso soñado que solo Dalí en su obra “El Bosque” puede expresar.
Era tal su hipnotismo y la pasión que sentía por esa pintura que podía llegar a quedarse sentada horas eternas mirando el horizonte de color naranja que se entreveía a través de las hojas de los sauces.
En un momento empezó a sentir ruidos, frío, miedo.... volteo y pudo ver un pantano en sus pies había ranas de todos los colores, ranas que ella jamás hubiese imaginado que existirían y su croar era tan aterciopelado que daban ganas de dormir .pero el miedo no se lo permitió.
Empezó a caminar a través de la espesura sin entender aun lo que estaba sucediendo, pensó que tal vez al estar tan comprometida con este cuadro, al amarlo y mirarlo tanto, simplemente se quedo dormida para zambullirse en este mundo de extravagantes y pálidos colores.
Decidió pellizcarse, y para su sorpresa le dolió muchísimo... no quedaban dudas Ana estaba perdida en los bosques de Dalí.
Los colores se fueron oscureciendo poco a poco y el naranja del cielo, de a poco se fue convirtiendo primero en rojo, azul, amarillo para terminar en una suntuosa noche verde con estrellas rosas.
Ana comenzó a sentir frió, podía ver el blanco viento corriendo entre sus ropas y por primera vez, sintió miedo, miedo a la noche, miedo a las bestias, miedo al óleo.
Los ruidos se tornaron cada vez mas cercanos, y entre las sombras habían ojos de todos tamaño que se movían al compás de sus pies.
Pensó que podían ser lobos u osos, se movió despacio tratando de no hacer ruido, el suelo era resbaladizo, recuerden amigos que esto es pintura, y desde un pantano de acuarelas grises una llama de fuego lila salió.... ¡Dios mío era un dragón! Ana corrió y en sus pensamientos todas las figuras surrealistas de Dalí, sabia que en cualquier parte podía haber mujeres anatomizadas con frutos del mar, o cualquier otra locura que solo en esa cabeza tan brillante podía existir.
Quien iba a imaginar que en ese momento ella estaba sola y perdida en un mundo de pintura, tenia hambre ya que cada delicioso fruto sabia a temperas, tenia sueño pero el miedo no le permitía dormir y sobre todo tenia un gran sentimiento de pasión y odio por lo que le estaba sucediendo.
Miro hacia un costado y empezó a recoger hojas para hacer una pequeña montaña bajo un palo borracho y se sentó allí.
Las ramas comenzaron a moverse el suelo empezó a temblar y gotas amarillas de lluvia caían como misiles. El olor a quemado se hacia cada vez mas fuerte, y entre los matarroles logro ver las llamas lilas del dragón, indiscutiblemente estaba tras ella.
Cuando la vio rugió como una bestia en celo y se abalanzó contra ella.
Ana corrió con todas sus fuerzas, se escondió en una cueva, luego salió de ella, se escondió tras los árboles, luego salió de ellos y comprendió que no había escapatoria.
Mientras tanto, en el otro mundo, en el real, la gente la buscaba como loca, llamaron amigos, ex novios, compañeros de la infancia sin poder dar con su paradero.
Ya eran las 21:30, el museo estaba completamente vació a excepción de Edmundo, encargado de mantenimiento quien con gamuza y escoba en mano se disponía a limpiar una por una las obras que allí se exhibían.
Empezó con la galería de esculturas, luego fue a la impresionista y una vez terminada ingreso en el pasillo “Salvador Dalí”. Prendió la aspiradora y susurrando una canción limpio las alfombras. Cuando termino cogió su gamuza y se acerco a las pinturas para repasarlas y sinceramente pensó que estaba drogado.
No podía creer lo que veía, “el bosque” se movía de un lugar a otro mostrando sus distintos sectores, la pintura se mezclaba formando una bola amorfa de colores y volvía a mostrar otro sector.
Abrió su boca lo mas grande que pudo, la tensión cayo por el suelo y empezó a frotar sus ojos. Cuando estuvo seguro que esto era real comenzó a prestar atención a cada movimiento y en uno de ellos logro divisar una figura humana que corría de un lugar al otro, luego vio al dragón, volvió a ver la figura y no lo dudo, era la muchacha desaparecida.
Viendo la desesperación de esta, y entendiendo que el era la única persona que podía ayudarla, corrió hasta el sector de colores y cogió una pequeña lata, volvió al pasillo, abrió la lata saco un pincel, lo mojo con acuarela negra y cuidadosamente dibujo una puerta.
Ana en plena carrera vio que a lo lejos se formaron líneas y corrió hacia ellas, el dragón corrió mas rápido aun y tras un enorme esfuerzo logro estirar su mano y tocar el picaporte, la puerta se abrió Ana entró, la cerro y cayo.
Son las 23:00 Edmundo pone la cabeza de la joven sobre su brazo y le pasa un fuerte perfume por la nariz, ella despertó empapada en lagrimas, lo abrazo se puso en pie, miro el cuadro, tomo la gamuza y borro la puerta, volvió a abrazar a Edmundo juraron no contarlo jamás.¿A quien se lo deberían contar? ¿quién les iba a creer?
Tal vez a algún nieto como historia para ir a dormir.
Era tal su hipnotismo y la pasión que sentía por esa pintura que podía llegar a quedarse sentada horas eternas mirando el horizonte de color naranja que se entreveía a través de las hojas de los sauces.
En un momento empezó a sentir ruidos, frío, miedo.... volteo y pudo ver un pantano en sus pies había ranas de todos los colores, ranas que ella jamás hubiese imaginado que existirían y su croar era tan aterciopelado que daban ganas de dormir .pero el miedo no se lo permitió.
Empezó a caminar a través de la espesura sin entender aun lo que estaba sucediendo, pensó que tal vez al estar tan comprometida con este cuadro, al amarlo y mirarlo tanto, simplemente se quedo dormida para zambullirse en este mundo de extravagantes y pálidos colores.
Decidió pellizcarse, y para su sorpresa le dolió muchísimo... no quedaban dudas Ana estaba perdida en los bosques de Dalí.
Los colores se fueron oscureciendo poco a poco y el naranja del cielo, de a poco se fue convirtiendo primero en rojo, azul, amarillo para terminar en una suntuosa noche verde con estrellas rosas.
Ana comenzó a sentir frió, podía ver el blanco viento corriendo entre sus ropas y por primera vez, sintió miedo, miedo a la noche, miedo a las bestias, miedo al óleo.
Los ruidos se tornaron cada vez mas cercanos, y entre las sombras habían ojos de todos tamaño que se movían al compás de sus pies.
Pensó que podían ser lobos u osos, se movió despacio tratando de no hacer ruido, el suelo era resbaladizo, recuerden amigos que esto es pintura, y desde un pantano de acuarelas grises una llama de fuego lila salió.... ¡Dios mío era un dragón! Ana corrió y en sus pensamientos todas las figuras surrealistas de Dalí, sabia que en cualquier parte podía haber mujeres anatomizadas con frutos del mar, o cualquier otra locura que solo en esa cabeza tan brillante podía existir.
Quien iba a imaginar que en ese momento ella estaba sola y perdida en un mundo de pintura, tenia hambre ya que cada delicioso fruto sabia a temperas, tenia sueño pero el miedo no le permitía dormir y sobre todo tenia un gran sentimiento de pasión y odio por lo que le estaba sucediendo.
Miro hacia un costado y empezó a recoger hojas para hacer una pequeña montaña bajo un palo borracho y se sentó allí.
Las ramas comenzaron a moverse el suelo empezó a temblar y gotas amarillas de lluvia caían como misiles. El olor a quemado se hacia cada vez mas fuerte, y entre los matarroles logro ver las llamas lilas del dragón, indiscutiblemente estaba tras ella.
Cuando la vio rugió como una bestia en celo y se abalanzó contra ella.
Ana corrió con todas sus fuerzas, se escondió en una cueva, luego salió de ella, se escondió tras los árboles, luego salió de ellos y comprendió que no había escapatoria.
Mientras tanto, en el otro mundo, en el real, la gente la buscaba como loca, llamaron amigos, ex novios, compañeros de la infancia sin poder dar con su paradero.
Ya eran las 21:30, el museo estaba completamente vació a excepción de Edmundo, encargado de mantenimiento quien con gamuza y escoba en mano se disponía a limpiar una por una las obras que allí se exhibían.
Empezó con la galería de esculturas, luego fue a la impresionista y una vez terminada ingreso en el pasillo “Salvador Dalí”. Prendió la aspiradora y susurrando una canción limpio las alfombras. Cuando termino cogió su gamuza y se acerco a las pinturas para repasarlas y sinceramente pensó que estaba drogado.
No podía creer lo que veía, “el bosque” se movía de un lugar a otro mostrando sus distintos sectores, la pintura se mezclaba formando una bola amorfa de colores y volvía a mostrar otro sector.
Abrió su boca lo mas grande que pudo, la tensión cayo por el suelo y empezó a frotar sus ojos. Cuando estuvo seguro que esto era real comenzó a prestar atención a cada movimiento y en uno de ellos logro divisar una figura humana que corría de un lugar al otro, luego vio al dragón, volvió a ver la figura y no lo dudo, era la muchacha desaparecida.
Viendo la desesperación de esta, y entendiendo que el era la única persona que podía ayudarla, corrió hasta el sector de colores y cogió una pequeña lata, volvió al pasillo, abrió la lata saco un pincel, lo mojo con acuarela negra y cuidadosamente dibujo una puerta.
Ana en plena carrera vio que a lo lejos se formaron líneas y corrió hacia ellas, el dragón corrió mas rápido aun y tras un enorme esfuerzo logro estirar su mano y tocar el picaporte, la puerta se abrió Ana entró, la cerro y cayo.
Son las 23:00 Edmundo pone la cabeza de la joven sobre su brazo y le pasa un fuerte perfume por la nariz, ella despertó empapada en lagrimas, lo abrazo se puso en pie, miro el cuadro, tomo la gamuza y borro la puerta, volvió a abrazar a Edmundo juraron no contarlo jamás.¿A quien se lo deberían contar? ¿quién les iba a creer?
Tal vez a algún nieto como historia para ir a dormir.