jueves, 17 de junio de 2010

Mundo, pequeño mundo

Hace más de un año y medio que dejé a Juancho y la vida en pareja. Son 547 días con 13 hrs., y me siento sola.
“Vamos al ruedo” me dije, al estilo Bridget Jones compré unas calzas, dos pares de zapatillas y un par de auriculares. Entre yoga, abdominales y step, me reinserté en el mercado del amor.
Totalmente decidida y con el autoestima en el nivel donde tiene que estar, me acordé que una vez vi a un amigo de un amigo. Que estaba mas bueno que el pan recién horneado.
Llamada aquí, llamada allá y Tomy concertó la cita de canuto en un bar. donde él iba todos los viernes.
Pantalones cola parada, remerita escotada, completamente tuneada fui a encontrarme con Rafael.
Sentada en la barra con un sex on the beach revolvía los hielitos con la palmerita de plástico y me mordía los labios. Estaba ansiosa, triste y sorprendida. ¿Triste? Sí triste… ¿acaso no es triste la situación de tener que andar orquestando citas y molestando a medio mundo sólo porque me siento sola y no tengo un perro que me invite a salir?
En fin, ahí estaba yo sentada haciendo tilín tilín con el vaso cuando sentí una mano fuerte pero suave sobre mi hombro.
-¿Ursula?-
Giré con una sonrisa muy amplia y con los ojos llenos de intrigas.
-Hola, ¿Cómo estas Rafael?
La sorpresa fue tremenda cuando lo vi y me di cuenta que estaba mucho mejor de lo que yo recordaba.
Nos mudamos a una mesa cercana, con luces tenues pero cerca del pasillo, para no hacerlo tan tramposo.
Hable de mi vida, mi vocación, la infancia, la adolescencia, planteé mis típicas preguntas existenciales y robé una que otra sonrisa.
Rafael estaba cómodo, yo también. Rafael estaba contento, yo también. Rafael estaba sólo, yo también… y lo hizo, me preguntó “¿Por qué estas aquí? ¿Cómo? respondí. “Sí, ¿por qué estás aquí Úrsula, que te pasó para buscarme y estar aquí?
La respuesta fue sencilla: “creo que lo mismo que te pasa a vos…”
-¿Qué? dijo, ¿tu novio también te dejó por otro hombre?
Estallé en carcajadas, sostenía mi panza y tapaba mi boca, convencida que la broma había sido excelente, hasta que levanté la mirada y me di cuenta que no era.
Inmediatamente se borró mi risa y pregunté como fue.
-Doloroso, dijo él tras una pausa, raro y reconfortante.
-Para, para ¿reconfortante?
-Y sí, a la larga, la loca encontró la felicidad, la que yo no le podía dar. Se dio cuenta que estaba enamorada de una compañera de trabajo, una flaca linda, simpática y muy humana, que se yo, le dio lo que yo no pude o no supe…
- ¿Me estás diciendo que te hubiera dolido más si te dejaba por otro hombre?
-No, me hubiera dolido igual, Flavio se enamoró y el amor es ciego, no distingue de blancos o negros, lindos o feos, hombres o mujeres, el amor es, y por más que uno quiera, no puede luchar contra él.
Poco a poco fui sintiendo que adoraba a Rafael, no por lo que le pasó, sino por como lo razonó.
Esa persona era hermosa no solo por fuera sino que también lo era por dentro. Me invitó a su casa a “seguir la charla”.
Con la tuneada que tenía encima, la necesidad de cariño y la exitosa inserción al Lover Market, me di cuenta que Rafael no merecía ser usado, o por lo menos, que era demasiado bueno como para convertirlo en presa de una noche.
No sé si habré hecho bien o mal, si me llamará o no lo hará nunca más. Es una incertidumbre con la que preferí quedarme a empezar a sentir algo por él. Me asusté.
Gentilmente y tratando de encontrar las palabras justas (que no salieron para variar) le dije: “mirá Rafa, vos me gustas y mucho, pero ahora no da para ir a tu casa, yo no te conozco lo suficiente y prefiero parecer una adolescente que no sentirme cómoda o segura”. Me interrumpió con esos dientes perlados, me besó y dijo “te entiendo Ursula, vamos que te llevo a tu casa”.
En las escaleras de entrada al edificio, luego de los halagos pertinentes nos besamos tiernamente y subí. Llegando al último escalón tuve una sensación extrañísima, me di vuelta y clavándole la mirada le pregunté: “¿Cuál es el apellido de Flavia? Sacudiendo la cabeza, entre sonrisas y subiendo al auto contestó Roca Luna, buenas noches Ursula, estamos en contacto. Se sentó y se fue.
Sé que el relato se hizo largo, pero tenía que explicarlo entero para que entiendan mi cara cuando llegué al 7º piso para contarle a Alma como fue mi noche, y al entrar al dpto me presentó a su amiga: “Ursula, ella es Flavio Roca Luna, compañera de la empresa. Flavia, ella es Ursula De la Puente, mi mejor amiga”…