jueves, 13 de diciembre de 2007

Mujer mujer, que sabia eres que de tu ser nace vida


Estoy sola y la soledad me pesa, entonces decido empuñar mi arma, mi única arma, esta lapicera para volcar en un papel todo lo que esta encerrado en el corazón.
El corazón de una mujer es como la caja de Pandora, uno nunca sabe lo que hay dentro, pero cuando se abre pueden escaparse un millón de calamidades, pueden haber terremotos, lluvias y huracanes pero en el fondo, muy en el fondo cuando miras en lo profundo esta lo único capaz de enfrentar este desastre, LA FE, le fe que se deposita en el corazón de una mujer, que es visible a través de sus ojos el espejo de su alma, que se siente cuando la mujer grita, cuando la mujer llora, cuando la mujer ama a ese ser que acaba de dar a luz.
Hay cosas que no se pueden ver sino las miras, hay cosas que la mirada no devela sino las sientes, y ¿qué es sentir? Creo que el sentir es ese nudo en la panza cuando estás por venir, es esa adrenalina que solo se percibe cuando estas en la cumbre de la montaña rusa a punto de caer, es respirar aire puro y tomar mates calentitos con quien tu quieres compartir.
El alimento de la fe es la sonrisa, aquella que sale con ganas, esa carcajada que sale del mi cuando otro se cae o simplemente cuando vemos los Simpsons.
Entonces es cierto, luego de la tormenta, la tempestad, en el fondo del corazón siempre habrá esperanzas, fe, y a ella solo se llega a través de la sonrisa que solo es verdadera cuando uno aprende a disfrutar de las cosas simples que te da la vida, como sonreír cuando llegas a ese lugar y te dicen: “¿mate?”.

domingo, 9 de diciembre de 2007

CUANDO LA CARPA LLEGA AL CIELO, EN EL SUELO COSAS PASAN




El niño corretea por las calles cerca del parque, su madre comienza a especular... "si te portas bien toda la semana y haces las tareas, puede que el fin de semana, si tu padre nos da dinero, vamos a ver que tal está”.
Y el niño siente una alegría profunda, siente que su corazón papilta a mil por hora, no puede ocultar la sonrisa y sale corriendo a contarle a su vecino que sí, que indudablemente el circo había llegado al pueblo.
Su amigo maravillado aun mas, promete a su madre, que cuidaría de su hermanito menor , jura que no lo hará llorar-solo con la condición, de que él también pueda ir al circo-
Pasaron dos días, la carpa llega al cielo, por las noches se escucha música fuerte, en el mercado del pueblo se pueden ver un par de enanos comprando carne y verduras.
La expectativa crece aun mas porque por las mañanas se pueden sentir desde cualquier punto de la casa el rugido del atemorizante león, y a veces se escucha también a Jenny, la elefante mas grande que hayan podido ver.
Fue una semana de sufrimiento, una semana en la que los días pasaban tan lento como los caracoles cuando hacen carreras, y cada noche era una bendición, pues ya faltaba una menos para el día tan deseado.
Así una a una fueron pasando y el viernes por la noche llego. El niño se baño, se cambio, se perfumo tomo a su madre de la mano y agradeció a Dios por esta alegría.
Llegaron al lugar, hicieron cola en la boletería y una vez llegado su turno pagaron (como todas las demás familias) $9.50 por persona. El mismo enano que durante la semana estuvo comprando lechuga los tomo de la mano y los ubico en sus asientos.
Y entre luces psicodélicas apareció un payaso vestido con mil colores, con música de duendes y sonrisas de castillos. Gritando y sonriendo anunciando que ahí en el circo mas grande de Argentina se podría ver al León mas feroz del planeta, saltando entre las llamas y al elefante mas gordo danzando sobre una pelota
Y allí fue, apareció Timote, el rey de la selva, el niño lo miro con alegría, pero poco a poco se podía confundir ese rostro sonriente con la tristeza que solo en los ojos de un niño se pueden ver, y de repente “mamá, ¿cómo aprenden a hacer todas estas piruetas estos bichitos? ¿mamá porque tienen el lomo lastimado? ¿mama porque ese león me esta diciendo que no quiere vivir mas así?
La madre pasmada por las preguntas le contesto que las hacen por que los señores del circo les enseñan a portarse así.
El niño lleno de intriga y dudas decidió seguir mirando el espectáculo, pero estas preguntas seguían dando vueltas en su mente.
Al otro día se levanto muy temprano y en silencio, con muchísimo miedo por haberle mentido a su madre, salió de puntitas de pie camino al circo.
Una vez allí busco un agujerito por entre los alambrados, y por la parte trasera de la carpa ingreso en ese fantastico mundo. Con un poco mas de aire en sus pulmones y su rostro pasmado de asombro escucho: “-chasc-chasc”. Lleno de intrigas corrió hacia el circulo mayor. Sintió dolor en sus oídos por el ruido aturdidor de una música que entraba por sus venas, abrió sus ojos lo mas grande que pudo, sin ellos poder superar como lo hizo con su boca y vio a Jenny.
Estaba toda lastimada, sucia y sedienta, a menos de un metro de distancia estaba Sir: Moiono, el entrenador de animales quien gritaba, “sube sube”, mientras señalaba una gran pelota y apoyaba un hierro caliente al rojo vivo en la parte trasera de sus patas.
El niño horrorizado se escondió tras un barril y observo que los monos tan graciosos que los recordaba, ahora estaban sufriendo, “bailando” de un lugar a otro, pero sobre un colchón de brazas.
No lo aguanto mas, salió corriendo con todas sus fuerzas, sentía que su alma saldría del cuerpo y al fin llego a su casa.
Miro a su madre , la abrazo y entre lagrimas suplico que ayude a esos animalitos. Ella pasmada, no supo que contestar, y le explico que este mundo esta lleno de gente mala, gente que saca beneficios propios a través del sufrimiento y dolor de los otros.
Juan estaba muy aturdido, no lo comprendía: “¿pero mamá que beneficio pueden sacar?” “¿como los podemos ayudar?” “¿porque hacen estas cosas con esos pobres bichitos?”
Su madre nuevamente le explico que los beneficios que obtienen son personales, todo lo hacen por ambición, “el dinero- dijo- vuelve loca a las personas, tanto así hasta llegar al punto de lastimar criaturas dulces sin piedad... la única forma que tenemos para ayudarlos es concientizarnos nosotros mismo y tratar de ahí en adelante trasmitir a la sociedad entera que no deben concurrir a espectáculos (como ellos le llaman) donde exista esta clase de malos tratos.”
Si dejamos de ir (pensó Juan) no tendrán dinero y entonces tendrán que cerrar y entonces estos animalitos serán dejados en libertad...
Corrió a la casa de sus amigos, puerta por puerta contó lo sucedido e hizo prometer a todos los chicos que jamás iría, estos luego de poco digerir lo que Juan acaba de decir lo prometen y comentan entre ellos lo arrepentidos que se encuentran por haber gritado, aplaudido y disfrutado cuando esos dulces monitos bailaban
Y entre lagrimas e incredulidad juraron tratar de “correr la bola” para que todos los niños, adultos y viejitos del pueblo se enteren de lo que sucede atrás de las gloriosas carpas de los circos, para que esta maldad no se repita mas.-